(Gegenstand/Ding)
“¡Ay, cómo culpan los mortales a los dioses!, pues de nosotros, dicen, proceden los males. Pero también ellos por su estupidez soportan dolores más allá de lo que les corresponde”.
— Homero, Odisea
Unas piedras. Una piedras apiladas.
Están al borde del camino.
Son piedras lisas apiladas para poder sentarse.
Otras piedras apiladas.
Estas, están entre malezas.
No son lisas.
Una antena de telefonía lejana sobresale entre la maleza.
Construcciones industriales saliendo entre la maleza.
Parece el sonido de un caudal de agua.
No es el río.
Color amarillo y color verdoso en la tierra del camino.
Sol sofocante, luz cenital.
Un pequeño muñequito boca arriba, el torso desnudo. No tiene brazos, ni cabeza.
Zapatillas blancas.
No era agua. Eran coches.
De repente, una vaya publicitaria.
Anuncios con promesas.
¿Es una casa en un árbol?.
Paredes marrones y blancas. Ramas verdes.
No parece consistente. ¿La habitará alguien?.
Hay un tejado caído. Huertos alrededor.
Pero la masía está desahuciada.
Miguel!!...
Ese montón de tierra y piedras no estaba.
Si estaba, ha crecido mucho.
La tierra tiene otro color a la tierra del camino.
Dicen, que el rio a está altura, debe de estar contaminado.
Pescan. Pensaba que por pasar un rato padre e hijo.
Me dicen. "Claro, comemos pescado". Son polacos e intentan ser amables.
¿Y este árbol?
Está solo en mitad de nada. Al lado de una señal de tráfico.
¿Qué es más nuevo, el árbol o la señal?.
No es un montón de tierra. Será una carretera. Soterrará el nivel del suelo actual.
A Miguel lo conocí meses atrás. Vivía más arriba.
Es un tipo duro. Y muy listo.
Verde naturaleza, azul cielo.
El marrón para la tierra. Las nubes serían blancas. Pero hoy no hay blanco.
Un farola. Tendido eléctrico.
Yo sigo entre la maleza. El antiguo cauce del río abandonado.
Una bandada de pájaros, primero la oigo y después la veo.
La había visto antes, pero no sé si la había oido. La escucho.
Se alejan hacia el mar.
Veo el mar.
Iré hasta él.
Si es que encuentro la manera.
“¡Ay, cómo culpan los mortales a los dioses!, pues de nosotros, dicen, proceden los males. Pero también ellos por su estupidez soportan dolores más allá de lo que les corresponde”.
— Homero, Odisea
Unas piedras. Una piedras apiladas.
Están al borde del camino.
Son piedras lisas apiladas para poder sentarse.
Otras piedras apiladas.
Estas, están entre malezas.
No son lisas.
Una antena de telefonía lejana sobresale entre la maleza.
Construcciones industriales saliendo entre la maleza.
Parece el sonido de un caudal de agua.
No es el río.
Color amarillo y color verdoso en la tierra del camino.
Sol sofocante, luz cenital.
Un pequeño muñequito boca arriba, el torso desnudo. No tiene brazos, ni cabeza.
Zapatillas blancas.
No era agua. Eran coches.
De repente, una vaya publicitaria.
Anuncios con promesas.
¿Es una casa en un árbol?.
Paredes marrones y blancas. Ramas verdes.
No parece consistente. ¿La habitará alguien?.
Hay un tejado caído. Huertos alrededor.
Pero la masía está desahuciada.
Miguel!!...
Ese montón de tierra y piedras no estaba.
Si estaba, ha crecido mucho.
La tierra tiene otro color a la tierra del camino.
Dicen, que el rio a está altura, debe de estar contaminado.
Pescan. Pensaba que por pasar un rato padre e hijo.
Me dicen. "Claro, comemos pescado". Son polacos e intentan ser amables.
¿Y este árbol?
Está solo en mitad de nada. Al lado de una señal de tráfico.
¿Qué es más nuevo, el árbol o la señal?.
No es un montón de tierra. Será una carretera. Soterrará el nivel del suelo actual.
A Miguel lo conocí meses atrás. Vivía más arriba.
Es un tipo duro. Y muy listo.
Verde naturaleza, azul cielo.
El marrón para la tierra. Las nubes serían blancas. Pero hoy no hay blanco.
Un farola. Tendido eléctrico.
Yo sigo entre la maleza. El antiguo cauce del río abandonado.
Una bandada de pájaros, primero la oigo y después la veo.
La había visto antes, pero no sé si la había oido. La escucho.
Se alejan hacia el mar.
Veo el mar.
Iré hasta él.
Si es que encuentro la manera.